jueves, 14 de enero de 2010

A capella!

Pedacito trás pedacito,
juntando palabras suaves y quisquillosas
para la suerte del maleante,
del que sale a robar amores
con la luna sobre su nariz,
pronto acabará de un infarto entre tantos trotes
entre tantas damas seducida,
pero ninguna aniquilada,
le falta manos,
algunas melodías
y muchisimos caminos con fotografías de esperanzas.
Pues yo si quisé a ese ladrón,
él no quiso matarme
ni cantar para mí,
aquel día del abandono
( como tren en el incierto),
el pueblo estaba oscuro
y debía huir
salir corriendo del aliento despiadado,
en los tierrales cálidos,
con mi cajita a cuesta
con pétalos rojos
y con una botella de vino añeco,
cositas para enamorarte pues!
como se lo habré dicho al tiempo,
que hasta las raíces de aquel amigo
me dio la espalda,
puras señales ,
pa dejar de amar a ese ladrón.

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