Ya no tengo motivos
ya estoy muerta
no puedo evitar decir que no!
volvió
volviste
estás aquí enterrandome tu angustía
me tienes arrastrandome en el suelo
gritando de dolor,
como un gatito herido
después de haber recorrido muchos techos
y haberse mirado con su enemigo
las figuras de colores destiñen,
las luces huyen
en la caja oscura
que cubre mi piel.
Es perfectamente
horrorosa la escena,
pero ambigua
y cruel
para una memoria
levantadas de imprevistas
jornadas en las penumbras.
Sigo equivocándome,
no basta que me saque los pelos,
que dé vueltas como desquiciada,
ni las horas de sueño extras
haciendo espacio en la cama
Qué no es suficiente tragar
el desliz amargo?
el astuto recorre
garganta
manos
y cabeza.
Esto no pasa,
pues ya no tengo motivos
para decir No!